martes, 15 de julio de 2014

Unidades de Gestión Clínica: la privatización sanitaria a la medida del Dr. Sendín

El Consejo de colegios de médicos de Sendín avanza hacia la privatización y el expolio sanitario con el respaldo de la ministra Mato, a la que brindó un fundamental espaldarazo mientras los médicos de este país luchábamos contra sus recortes y sus nefastas políticas. Han buscado el formato de las "Unidades de Gestión Clínica" y utilizan como pantalla para la falsa negociación un autodenominado y desconocido Foro de la Profesión Médica, artefacto formal que se han sacado de la manga para que algún incauto crea que se trata de una coalición multi-profesional que representa a alguien (http://www.medicosypacientes.com/articulos/FPME14714.html)

Ilustración de El Roto 

Con el susodicho artefacto buscan arrogarse una legitimidad que no tienen, pues en España la colegiación es obligatoria y a los actuales dirigentes del organismo colegial no les ha votado ni un 15% de los profesionales que dicen representar. No hay duda de que esta vía hacia la privatización es mejor para ellos que la más directa y escandalosa de González & Lasquetty, porque sitúa a quienes lideran este proceso antidemocrático y a su entorno profesional y de negocios en una mejor posición a la hora del reparto de beneficios.

Pero el perjuicio para el sistema sanitario y para los pacientes es el mismo: ya saben, el lucro de algunos se consigue detrayendo servicios y recursos a los pacientes y privando de sus derechos laborales y profesionales a los médicos y al resto del personal sanitario. En la mayoría de los casos estos gestores actuarán de intermediarios con las grandes empresas de servicios, las mismas que se han quedado sin el pastel privatizador de Madrid por la firme oposición de profesionales y pacientes durante la larga y admirable lucha de la "Marea Blanca", para repartirse, después con ellas el botín que se extraiga de las arcas de la sanidad pública.

Y, digo yo, si el Dr. Sendín afirma que esto lo hace pensando en:

  • la sostenibilidad del sistema (ja), 
  • conseguir mejoras en la atención a los pacientes (je) y 
  • los derechos de los profesionales (ji), 
...si él dice que es así (y jo)...

...le reto a que nos convoque a todos los médicos colegiados de España a una consulta en la que podamos ver qué representatividad real tiene y qué respaldo encuentra a sus planes entre quienes soportan con su esfuerzo y su trabajo diario un sistema sanitario que, con estas iniciativas aprovechadas, otros intentan aniquilar.

Ande, Dr. Sendín. Para que podamos creer en usted y no quede ni una sombra de duda sobre este penoso proceso.

Manuel Díaz Olalla
Médico 

¿De quién son los medicamentos?

¿Por qué nadie discute el precio de los medicamentos mientras todos nos cuestionamos si debemos dejar morir a quienes no tengan recursos económicos para pagarlos?


Recientemente se suscitó una interesante polémica en la opinión pública y en círculos profesionales sanitarios a costa del elevado precio de un nuevo medicamento para tratar la hepatitis C y sobre si la sanidad pública debe financiarlo para los pacientes que lo necesiten. De entrada, el Ministerio de Sanidad se ha negado a hacerlo excepto para casos muy graves y los posicionamientos que han tomado unos y otros ante ello nos pueden servir para plantear una reflexión acerca de en qué país vivimos y qué ocurre cuando elementos esenciales para la vida, como son los medicamentos que curan enfermedades que pueden ser mortales, dejan de ser un derecho de la gente porque se han convertido en objeto de la codicia y el interés lucrativo.

La hepatitis C es una enfermedad infecciosa que con gran frecuencia se hace crónica (hasta un 80% de los casos). Muchos de estos casos, tras una larga evolución durante la cual la mayoría de los infectados desconoce que lo está, desarrollan graves formas de hepatopatías crónicas, cirrosis y cáncer de hígado.  Se calcula que en España unas 900.000 personas están infectadas por el Virus de la Hepatitis C, aunque el 70% de ellas no lo sepa. Una gran parte contrajo la enfermedad en el propio sistema sanitario en las décadas de los 70 y los 80 al recibir sangre u otros hemo-derivados que contenían el virus, cuando no existía aún la tecnología adecuada que identificara al agente causal en las donaciones.

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